Los Dresden Dolls sencillamente suenan más agresivos, frontales, originales y aplastantes que antes, lo cual es mucho decir. En especial la voz de Amanda Palmer, en este disco es realmente impactante, parece haberse decidido a abrir mucho más la boca, a llevar más al límite su rango vocal. Bienvenida sea su actitud, porque si en el primer disco de a ratos me sonaba algo forzada, en Yes, Virginia está totalmente desatada como un animal salvaje. Y lo bien que le sale.

Yes, Virginia... es un disco de canciones, de las mejores. Cada vez me cuesta más escuchar música demasiado adornada, me siguen gustando esas cosas pero cada vez tengo más necesidad de dar con músicos capaces de quitarle a la música todo lo que le sobra y desnudarla y sorprender redescubriendo lo que nunca debió perder. En ese sentido, llama la atención que los tres únicos instrumentos utilizados por The Dresden Dolls (voz, piano, batería) parezcan incluso excesivos y grandilocuentes. La fórmula de la buena música se puede describir de manera simple pero, a la vista de los pocos que logran ponerla en práctica, esa simpleza es sólo un engaño. Del mismo modo podría describir a The Dresden Dolls: grandes canciones y urgencia, mucha urgencia.

Ya encontré uno de los discos del año.