Witching Hour es uno de esos discos donde todo funciona, sus canciones no cansan nunca y son de esas que uno escucha mil veces. Uno siempre siente que es el momento indicado para escuchar Witching Hour. Hay discos mejores, pero pocos tienen esta característica, pocos generan tanto deseo de ser vueltos a escuchar mil veces. Todos los ingredientes que Ladytron puso acá son deseables: sintetizadores vintage, pop electrónico ochentoso, dream pop, un poco de shoegazing y voces del más clásico indie de principio de los 90s. Es un discazo, una máquina aceitada de pop depresivo, mecánico y emocional. Todavía me falta ponerme al día con el último disco de Ladytron, pero evidentemente Witching Hour es una carta de presentación inmejorable.